El baile de los que sobran...

Como siempre salgo sola, uno de mis grandes temores es hacer el mar tercio. Es que acaso hay algo peor que hacer las veces de violinista? Saber, o sentir, que estás interrumpiendo algo y que tus amigos no quieren decirte que estorbas pero tu lo intuyes. Atroz.
Cómo han de imaginar mi siguiente anécdota trata más o menos de eso.
Estaba yo en el cumpleaños de la polola de un amigo y todos los invitados eran conocidos míos, la raja. Comimos rico, conversé de la vida con todo el mundo y cuando llegó el amigo que se las daba de DJ, jugoseamos bailando todos esos éxitos noventeros que se han convertido en nuestros placeres culpables. La Bouche, Backstreet Boys, Spice Girls.. (todas haciendo la coreografía de wannabe), y cuanta ridiculez se le ocurrió poner, y los hombres sorprendiéndonos con los mejores pasos de 'N Sync, esos que en su época nunca aceptaron que les gustaba. Si hasta axe bailamos!! Pero cuando el infaltable rito de antaño, ese tan esperado y tan temido "lento", ese en que todos salen a bailar al mismo tiempo, en ese momento, me fui a la cresta.
No había cachado que yo era la única que andaba sola. Siete parejas y yo. Me sentí tan patética cuando la última pareja se puso de pie. Y yo ahí sentada junto al computador mirándolos con cara de "este sería un muy buen momento para ir al baño". Pero antes de que lograra poner mi plan de escape en marcha, una de las niñas se dió cuenta que yo estaba sola y le dijo a su pololo, y este a la pareja de al lado y cinco segundos después estaban todos alrededor mío abrazándome. Y ahí descubrí que sí, efectivamente se podía ser más patética aún.
De haber sabido podía haber invitado a algún amigo, o a una amiga por último si el asunto era tener alguien con quien sentarme a conversar.


Moro.-